MARCOS-RICARDO BARNATAN

UN BRINDIS

"Non parla e non escolta,

non consce, non riconosce

i luoghi, né decifra it suo indelebile tatuaggio. oh maitre."

MARIO LUZI

Hace ya varios anos que sigo el trabajo riguroso de Patricia H. Azcarate, una de las jóvenes artistas emergentes que han desarrollado una obra muy só lida durante la década del 90. Recuerdo sus dos magnificas exposiciones indi ­ viduales en la Galería Barcena de Madrid, en 1994 y 1997, que sirvieron para difundir y ampliar el alcance de su pintura hasta el extremo de que el crítico Dámaso Santos Amestoy resolviera incluirla en su ya legendaria muestra "Líricos del Fin de Siglo", en la que demostró con creces la vigencia de la abstracción en la última década del milenio.

Más tarde, y ya de la mano de May More, Patricia H. Azcarate tuvo la valentía de probar suerte con nuevos soportes y nos dio ejemplos de pintura sobre vidrio en los que consiguió piezas muy notables. Después su curiosidad derivó hacia la cerámica, en esa inquieta búsqueda que marca a los artistas que no se conforman fácilmente con los resultados, por mas que sean aceptados por su público, y se exigen una experimentación constante, una labor de conquista diaria de nuevos territorios en los que concretar sus aspiraciones creadoras.

De las pinturas gestuales, de inspiración casi oriental, a las manchas lu minosas en las que el color se hace atmosférico, fue pasando por distintas eta pas hasta llegar a una abstracción fragmentaria, abierta a una combinatoria en la que la geometría revalida sus formas y se muestra dispuesta a medir sus fuerzas con las huellas herméticas de lo que parecen restos gloriosos de un sueno.

En esta exposición retrospectiva, en la que por primera vez tiene la oportunidad de mirar hacia atrás y ver, ella misma, y nosotros sus espectado­res, todo el proceso de cambios, de búsquedas, de aciertos, de correcciones y arrepentimientos, es muy posible que Patricia H. Azcarate se sorprenda del camino recorrido y encuentre respuestas a muchas preguntas que un artista se hace durante la marcha.

La fe en el presente y en el futuro de la pintura, esa batalla difícil, cruenta a veces, entre el que mueve la mano con pasión y entrega su vida a esa emoción ciega, y la obra que se resiste indómita como un caballo salvaje, encuentra aquí momentos de incuestionable triunfo. Ójala que los espectado ­res comprendan y compartan con la artista el noble empeño de "descifrar su indeleble tatuaje".

Madrid , mayo de 1999