SEMILLAS (Horizonte).

La pintura de Patricia Azcárate.

FERNANDO CASTRO FLÓREZ

El comienzo remite a un tiempo anterior: imágenes que se prolongan desde otros espacios, tensiones de la materia que se concretan de mochas formas, En la semilla se contrae lo posible, como la palabra en la punta de la lengua. El pacto con la pintura tiene que ver con este tejido que nos protege de las inclemencias del tiempo; muro o piel, ondulación del agua, entrañas de la noche. Patricia Azcárate sostiene imágenes emocionales, flujos de energía que son, en última instancia, emblemas de Ia serenidad. Un pensamiento incesante y vigoroso exige serenidad para con las cosas, esto es, una mezcla de cuidado, ternura y abandono: desapego. En la medida en que supone un dejar a la intemperie, no es lo opuesto a la ebriedad sino un estado que rompe la dualidad entre vacío y plenitud. Un arte meditativo es el que corresponde a este yacer más allá de la actividad o la pasividad, en un territorio que escapa a la sombra del nihilismo ambivalente de la modernidad: la serenidad escapa al dominio de la voluntad. Los cuadros en expansión de Azcárate son un horizonte: el circulo de la visión circundado por la vista. Una estética que sobrepasa el aspecto de los objetos hace inmediatamente la experiencia del horizonte. Heidegger señalo que aquello que, tiene carácter de horizonte es, así, solamente el lado vuelto hacia nosotros de un algo abierto que nos rodeo, colmado de vistas con respecto a aquello que, para nuestro representar, aparece como objeto. Dejar que en el espacio de la representación quede, tan sólo, el movimiento del límite, su hermético simbolismo. Este adentrarse en la simiente es, realidad, fidelidad a la luz, perseverancia en un material quo es aunténticamente caprichoso, pero radical Puente de intensidad. En la obra del pintor chino Shitao hay una nostalgia de regreso al origen; el caos es el estado virtual que precede al acto de pintar : el artista separa cielo y tierra con una pincelada única, pone en obra la metamorfosis, esto es, el corazón del caos (o la noche) se instala y estalla en luz. La inteligencia artística es una forma de la desenvoltura que teje una red de respuestas sensitivas. Francois Cheng recuerda como para Huang Binhong " cada punto debe ser una semilla sembrada que siempre promete nuevos brotes", la pincelada es respiración, este es aire fragmentado, ingreso en el exilio. Patricia Azcárate crea un delta de brazos del deseo, se encuentra en un lecho de vértigos, que es también una forma de lograr el día: dejar hacer como hacer. La semilla se llama escucha. El arte siembra, en ocasiones, el asombro, su puro asombro por el hecho de existir. Lo místico no tiene que ver con la forma del mundo sino con su propia posibilidad, es una visión "sub aespecie aeternitatis", Patricia Azcarate vuelve terrenal el impulso hacia lo otro, sabe que la transparencia es todo lo que queda. "Se obstina el Horizonte -escribe Octavio Paz en Blanco- / Tambores, tambores, tambores. / El cielo se ennegrece / como esta página". Pero de la oscuridad surge un ojo en estado salvaje: la irrealidad de lo mirado da realidad a la mirada. Ia verdadera regla de la pintura es atender al aliento, los trazos están Ilevados por él: el horizonte de la serenidad se desplaza por que el mundo no es otra cosa que el haz de la imágenes del deseo.