ANGÉLICA TANARRO
LA OTRA VIDA DE LAS ESPONJAS
Patricia Azcárate expone en la iglesia del Monasterio de Prado sus últimas obras
El Norte de Castilla. 13/04/08.
Patricia Azcárate no se ha dejado intimidar por el imponente espacio de la iglesia del Monasterio de Prado. Su actual obra -etérea, ingrávida- respira en ese espacio inmenso 'a pleno pulmón' para hacer honor al título de la exposición que hasta el día 4 de mayo cumple una etapa más de la itinerancia del proyecto Constelaciones, de la Junta de Castilla y León.
Azcárate es pintora. Por encima de cualquier otro apellido artístico. Lo que ha ocurrido es que -en una evolución tan natural como esas esponjas que ahora utiliza como materia prima de sus mensajes- lo que pintaba ha tomado forma en el espacio. Lo que ahora flota en el aire y ocupa un lugar en el vacío, o le da forma, antes fluía en el lienzo. Eran meteoros más o menos matéricos -su pintura se fue haciendo más transparente con el tiempo- o células que flotaban en campos de energía.
En la vida de todo artista hay un momento en que le llega o se concede una parada. Azcárate atravesó una crisis personal que la invitó a reflexionar y a iniciar un proceso que ella considera de limpieza de todo lo anterior. Estaba en ese proceso cuando se topó con las esponjas y encontró que tenían muchas posibilidades como material de trabajo y mucho que ver con ese momento personal. Las esponjas, además de ser esos utensilios que arrastran impurezas en un proceso de depuración, «son un poco como nosotros. Las esponjas absorben todo y yo en ese momento sentía que necesitaba absorberlo todo, dejarme llevar por las circunstancias y dejarme llevar por el mundo de las emociones».
Esponjas maleables cuando están húmedas y al mismo tiempo sólidas y resistentes cuando, después de absorber los pigmentos, adquieren, ya secas, una forma 'definitiva'. Esponjas de distintas formas y tamaños con todo el colorido que la pintora anunciaba en sus cuadros y que ha completado con los colores que su mirada retuvo en un viaje a Marruecos donde siguió trabajando la idea de la depuración.
Esponjas ensartadas en alambres se esparcen por las paredes de la sala de exposiciones o llaman la atención desde el suelo mimetizadas en objetos de uso cotidiano. Son las protagonistas de 'A pleno pulmón'.
Pero la reflexión sobre la maleabilidad de la materia tenía que llevarla necesariamente a otro material frágil y resistente al mismo tiempo, el vidrio. Patricia Azcárate tiene su estudio no lejos de la Fábrica de Cristales de La Granja, en Segovia, y el vidrio se fue incorporando de forma natural a su trabajo.
Tiempo y silencio
En la instalación que preside la muestra, 'Respiran por sus poros', una espectacular y al mismo tiempo sutil instalación que cuelga de la cúpula del monasterio, las lágrimas de cristal hacen de contrapeso a las esponjas en una especie de partitura que se acompasa con la música de fondo que suena en la sala y que es la misma que ella escuchaba en el estudio mientras realizaba las piezas. A pesar de lo impresionante del espacio, la pieza llama la atención humildemente. No se impone ni impone la mirada. La elevación, la búsqueda del objeto que interrumpe el espacio vacío, toma su tiempo. Y esto es quizá una de las características principales de su obra aquí y ahora.
Pretendida o no, la sutileza es la manera en que Azcárate muestra su trabajo. Esto es así de forma evidente en una pieza que puede pasar casi inadvertida para un espectador apresurado. La componen unas 'líneas de vidrio', finas barras de cristal apenas coloreado, sobre el fondo blanco de la pared. Si se detiene la mirada en ella, se verá una de las piezas más interesantes de esta exposición y quién sabe si una línea de investigación futura.
Esas barras de vidrio estirado están también en las camas que componen un capítulo aparte de la exposición. De la cama -que a la artista le interesa como metáfora del hogar, del lugar del descanso- queda su estructura metálica, el 'bastidor' de hierro oxidado e incluso deformado por el tiempo. Las lamas del somier son aquí esas piezas de vidrio que desmienten por su forma toda rigidez. Así es al fin el ser humano, alguien resistente y frágil, expuesto a una intemperie que puede deformarlo. Así también es la vida en su alternancia de comodidad y desasosiego.
Como resumen de este viaje, habría que subrayar la capacidad de reinventarse de una artista que evoluciona sin grandes rupturas. Capaz de buscar nuevos caminos sin necesidad de aventuras. Simplemente mirando alrededor.